Pablo
D. Sender
Teosofía
en Argentina,
No. 32
Otro
de los debates que está instalado en la comunidad científica –además del de la
clonación, que comentamos en la revista pasada– es el de la “Células Madres”,
más conocidas por su denominación en inglés, “Stem Cells”.
¿Qué son estas células
madre? Son células no diferenciadas pluripotentes, es decir, aquellas que
tienen la capacidad de transformarse en cualquier tipo de célula dependiendo
del “ambiente” celular en que se desarrollen y las señales que reciban para
reprimir o activar ciertos genes en particular[1]. Las células madre típicas
son las células que se generan tras las primeras divisiones del embrión humano[2] en sus
primeros momentos de vida y son capaces de generar células de cualquier tejido
del organismo. Con el avance del desarrollo fetal, y luego en el adulto, las
células se diferencian y ya pueden dar origen sólo a células de su estirpe.
Las
células madre se pueden conseguir de distintos orígenes. Uno de los modos es a
partir de los embriones generados por fecundación in vitro, los cuales son
disgregados para obtener sus células. También se pueden conseguir a partir del
cordón umbilical de un niño recién nacido o de fetos abortados; y otro de los
modos de obtenerlas es por medio de la clonación terapéutica, es decir, la
clonación de embriones, lo cual examinamos en el artículo anterior. Sin
embargo, en los tres últimos años ha habido una búsqueda de procedimientos
alternativos que no requirieran la utilización de embriones, para así soslayar
las dificultades éticas derivadas de su uso, ya que existen células madre en
los tejidos adultos, aunque son menos útiles y versátiles.
Potenciales usos de las Células Madre.
El
caso más conocido de un niño creado por fecundación "in vitro" para
obtener células madre de su cordón umbilical es el de Molly Nash. Esta niña
padecía una grave anemia de Fanconi. Para tratarla se pensó en la posibilidad
de trasplantarle células de médula ósea compatibles con su sistema inmunológico.
Una fuente idónea podría ser la médula ósea de un hermano, pero dado que no lo
tenía, se pensó que podría conseguirse por fecundación in vitro un hermano que
fuera compatible inmunológicamente con Molly. Con este fin se obtuvieron 15
embriones, hermanos de la niña. Al analizar los embriones se vio que sólo dos
eran compatibles inmunológicamente con sus células sanguíneas. Uno de ellos fue
implantado en el útero materno, permitiéndole el desarrollo completo; Adam, su
hermano, nació el 29 del agosto de 2000. Entonces, se tomó sangre del cordón
umbilical de Adam, y se inyectó en la médula ósea de su hermana Molly,
comprobando al cabo de un cierto tiempo que Molly había mejorado
sustancialmente de su anemia de Fanconi. Esta técnica puede valorarse muy
positiva desde el punto de vista de la salud de Molly, pero no deja de tener
dificultades éticas importantes, si se piensa que para que naciera Adam hubo
que desperdiciar 14 embriones hermanos suyos, circunstancia no precisamente muy
ética.
Las células madre podrían
ser utilizadas para la reparación de cualquier órgano dañado como en el caso de
las lesiones de médula ósea, u otras, y para el tratamiento de muchas
enfermedades, especialmente degenerativas y traumáticas, como el Parkinson o
enfermedades hepáticas degenerativas, etc. También pueden utilizarse para la
formación de órganos en los laboratorios y para la clonación terapéutica, es
decir la creación de embriones clonales y obtención de sus células para generar
distintos tejidos, los cuales se pueden transplantar al dador de los genes sin
problemas de incompatibilidad inmunológica.
Estas técnicas desatan un
gran debate ético, por utilizar embriones para la obtención de las células
madre necesarias para el desarrollo de nuevos tejidos. Por ello, en los últimos
años, ha habido una búsqueda de fuentes alternativas a los embriones. Esto se
ha conseguido al demostrar la existencia de células madre en diversos tipos de
tejidos adultos o al comprobar que determinadas células adultas también pueden
desdiferenciarse a células madre, que posteriormente pueden cultivarse para la
obtención de diversos tipos de células. Muchos
tejidos adultos, incluyendo médula ósea, piel o intestino delgado, mantienen
células madre que son capaces de regenerar el propio tejido o diferenciarse en
uno o más tipos de células maduras. Estas células se han utilizado con fines
terapéuticos durante más de 40 años, en enfermedades inmunológicas, fallas de
la médula ósea y diversas enfermedades hematológicas, incluso talasemias. En
1997 se consiguieron obtener células nerviosas a partir de células madre de
médula ósea. También se consiguieron obtener células musculares, hepáticas y de
endotelio vascular, a partir de médula ósea.
Como dijimos, existe además la posibilidad de desdiferenciar células
somáticas adultas transformándolas en células madre, que posteriormente puedan
ser cultivadas para obtener células de algún tejido, pero las experiencias son
mucho más reducidas. James y su grupo lograron transformar células adultas de
piel de vaca en células madre multipotentes, obtenido de ellas células de
músculo cardíaco. Éste es un gran paso para la posibilidad de crear células de
diversos tejidos a partir de células adultas de otros, sin tener que recurrir a
las células madre embrionarias y por tanto solucionando todos los aspectos
éticos derivados del manejo de las mismas. Un equipo de la Universidad Duke
demostró la posibilidad de obtener células de cartílago a partir de células de
grasa humanas (adipocitos). Además también consiguieron cultivar estas célula
de cartílago (condrocitos) sobre una matriz tridimensional, obteniendo una
estructura similar al tejido cartilaginoso, lo que sin duda puede ser un paso
de gigante para la consecución de cartílagos. Este podría ser el primer paso
para la solución de lesiones de cartílagos de pacientes utilizando su propia
grasa.
Hoy, los gobiernos de Estados Unidos y de varios países de Europa
están debatiendo si se autorizan las investigaciones sobre células madre de
embriones –que son las más versátiles y “útiles”– y si se permite utilizar
fondos públicos para esto. El debate es intenso, las presiones económicas y
políticas son muchas.
Pero, como dice el Dr. Justo Aznar, Jefe del Departamento de
Biopatología Clínica del Hospital La Fé, de Valencia, “se deben valorar
posibilidades alternativas para la obtención de células madre, distintas de las
embrionarias, dadas las dificultades éticas que presenta el uso de estas
últimas, todo ello con la finalidad de crear tejidos, y en su caso órganos,
para reparar tejidos dañados. Como la finalidad de la clonación terapéutica es
indudablemente positiva, pues se trata de obtener tejidos para trasplantes, con
las grandes posibilidades clínicas que ello comporta, parece de especial interés
conocer en que medida ésto puede conseguirse sin tener que recurrir a la
clonación de embriones. Las posibilidades son amplias y por tanto la esperanza
de encontrar caminos éticos para la medicina reparadora asequibles en los
próximos años”.
Nosotros, como miembros de la S.T. interesados en una visión integral
y de respeto a toda forma viviente, puesto que la Vida es una, podemos hacernos
planteos que ni siquiera lo interesados en la bioética se están haciendo. ¿Es
lícito realizar todas estas investigaciones, dado que conllevan el sacrificio y
la tortura de miles de animales? ¿Cuán beneficioso o ético es el transplante de
órganos y el intento desmedido de extender la vida física, aunque sea en
condiciones muy precarias? Éstas y otras interesantes cuestiones pueden
aparecer de estos temas.
En este marco, ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros? Tal vez es
poco lo que pueda hacerse directamente en estos casos en particular, pero
podemos mantener los ojos bien abiertos, observar hacia dónde se dirige la
humanidad y por qué medios lo va haciendo, no sólo en el ámbito científico sino
en todas las actividades. Creo que debemos tener claridad sobre esto para poder
descubrir qué necesita la humanidad para orientar su peregrinaje en la recta
dirección. Es necesaria una clara visión no sólo “espiritual y metafísica” sino
también del movimiento social y cultural que estamos desarrollando para poder
encontrar y proponer respuestas y soluciones profundas y atinadas, y no sólo
realizar especulaciones pseudo-filosóficas desvinculadas de la realidad y de
las necesidades actuales. Tal vez de esta forma, tanto a nivel institucional
como a nivel individual, podamos verdaderamente ser fuente de luz para el
desarrollo del Hombre.
[1] Para una mayor explicación del proceso de diferenciación celular, ver el artículo de esta columna que salió en la revista anterior.
[2] Luego de la fecundación del espermatozoide y el óvulo, se forma el cigoto que comienza a dividirse dando origen al embrión, quien se implantará en el útero. Este grupo de células (el embrión) sigue desarrollándose para convertirse en el feto.